Algunas aportaciones de la Psicología Compleja de C.G. Jung al problema del desarrollo evolutivo del Ser Humano
Horacio Ejilevich Grimaldi
La base de este trabajo constituyó la primera ficha integralmente dedicada a Jung en la Asignatura de Psicología Evolutiva de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y la posterior de Tesis del autor
El presente trabajo, fue escrito hacia 1978.
En el, como se verá, se hace referencia a un aspecto que C.G. Jung no consideró de manera sistemática en su obra, antes, mas bien se encuentra disperso a lo largo de prácticamente toda su producción literaria. Me refiero a las Aportaciones de la Psicología Compleja al Problema del desarrollo evolutivo del Ser Humano, más concretamente a lo que podría denominarse una Psicología Evolutiva desde la perspectiva junguiana.
En estos tiempos, en los cuales el Ser Humano se encuentra a la búsqueda de su propio Sentido de Vida (El Selbst), se hace más y más acuciante el problema de nuestro propio desarrollo, área abarcada por la denominada Psicología Evolutiva.
Es muy común, el conocimiento de las fases del desarrollo sexual del Psicoanálisis, pero considero que es importante tener en cuenta la propuesta junguiana, lo que convierte este trabajo en inédito.
Lo realmente curioso de la presentación de estas páginas es que, si bien pasaron más de veinte años desde su elaboración, salvo ciertas diferencias conceptuales o de vida que me han llevado a suprimir algunos párrafos, incluir otros y rever ciertas definiciones, el fondo del mismo permanece actual en mi y mis convicciones.
Querría terminar esta breve introducción, con una consideración personal:
Al margen de la vida humana hay cosas que permanecen constantes, el cielo, la noche y el día y afortunadamente también, para muchos, los ideales.
Buenos
Aires 24 de Mayo de 1995
1) EVOLUCIÓN DE LA PROTOLIBIDO SEXUAL INDIFERENCIADA
C.G.Jung, y la Escuela de Psicología Analítica, se diferencian, entre otras cosas del Psicoanálisis ortodoxo no en la negación de la sexualidad infantil, sino antes bien en la afirmación de que esa sexualidad reviste características, eventualmente de pan sexualidad, con lo cual no se le quita la connotación genital a la sexualidad, sino la amplia hacia un plano mas trascendente.
Por otra parte, es necesario mencionar el desafortunado empleo de la palabra « libido «, de uso común y etimología latina « libidum «,que representa literalmente la energía de Eros, su exponente que primitivamente, arquetipalmente se halla almacenada en el Ser Humano, tiene fuentes somáticas y afluye desde diversos órganos o localizaciones orgánicas.
Mas adelante, en su obra, Jung deja de usar la expresión de « protolibido sexual indiferenciada «, si bien correcta, confusa, para pasar a hablar de lo que denomina « libido análoga «, es decir el símbolo que transforma la energía, llegando de esta forma al motor de lo arquetipal.
Probablemente, según infiero, esta terminología utilizada por Jung, fue un intento de no cortar los vínculos con la teoría psicoanalítica ortodoxa, si bien un intento desdichado.
Me resulta particularmente curioso, como esta diferenciación, o mas bien ampliación del concepto de libido, por otra parte, adoptada posteriormente por el Psicoanálisis, produjo la expulsión de Jung del movimiento Psicoanalítico, cuando como es notorio, Melanie Klein, cuya concepción de las protofantasías se asemeja bastante a la de los arquetipos junguianos, no fue apartada del Psicoanálisis aún a pesar de la famosa controversia mantenida con Anna Freud.
Desgraciadamente, volviendo a la « protolibido «, esta concepción de C.G.Jung, en especial después de que la expusiera,- sin la venia de Freud -, durante sus conferencias en Estados Unidos, no fueron vistas con agrado por este, lo cual, como se refiere en este libro, fue uno de los motivos de su ruptura y la posterior exclusión de Jung del Psicoanálisis, exclusión, repito, continuada y acentuada por los sucesores de Freud y otros Psicoanalistas, hasta llegar a la figura de Lacan
3) EL DESARROLLO DEL NIÑO CONTEMPLADO POR LA EVOLUCIÓN DE LA PROTOLIBIDO SEXUAL INDIFERENCIADA.
C.G. Jung admite, desde el punto de vista evolutivo, tres fases diferentes en la vida humana.
La primera fase comprendería los primeros años de vida y recibe la denominación de « fase presexual «. ( Wandlungen und symbole der Libido. Viena. 1912).
Se halla caracterizada, al igual que el estado larvario de las mariposas, por una función exclusivamente nutritiva y formadora.
Se trata de una etapa en la cual, la primera preocupación existente será la de subsistir, al par que el organismo irá incorporando cantidades de substancias alimenticias, que le permitirán alcanzar la potencialidad necesaria para acceder a otras etapas.
En Jung sería imposible entonces, hablar ya de una precoz sexualidad, o del niño como un perverso polimorfo, de acuerdo con la terminología psicoanalítica, dado que, toda la energía del lactante, estará abocada a esa única ocupación: la ingesta asimilatoria.
La segunda fase engloba los años posteriores de la infancia, extendiéndose hasta la pubertad, recibiendo para la Psicología Compleja el nombre de « fase de la prepubertad «.
Será en esta etapa cuando comience a efectuarse la germinación de la sexualidad.
La tercera fase, por último, consiste en la « edad adulta «, comprendiendo el período que podríamos llamar madurez.
Deliberadamente, Jung no especifica cuantitativamente la duración de cada fase.
Ello es debido a la imposibilidad de imponer un límite temporal arbitrario de transición y la factibilidad de abandonar una fase, no totalmente.
La evolución se deberá medir cualitativamente siendo ésta susceptible de ser involucionada, por regresiones, para poder, una vez resueltas las contradicciones, seguir avanzando.
No obstante esto, la mayor dificultad del problema consistiría en la cuestión de: ¿Cuándo adjudicar el límite final en la época del grado pre sexual?
De acuerdo con Jung, la frontera lábil deberá admitirse entre el tercer y el quinto año de vida. (Versuch Eines Darstellung der Psychoanalyschen théorie).
Esta edad es, efectivamente significativa. El niño acaba de emanciparse de la dependencia de la vida del lactante y, toda una serie de importantes funciones psicológicas ha alcanzado una seguridad digna de confianza.
Recién en este momento surgirán una serie de actividades de inequívocos signos y características sexuales, aunque tengan aún el carácter de la candidez infantil inocente e inofensiva.
De lo antes expuesto, se observará que Jung encuentra la libido en la fase pre sexual, en un primer momento solo bajo la forma de un impulso de nutrición encargado de la potencialización del cuerpo.
Luego, y en la medida en que éste continúe desarrollándose, se abrirán sucesivamente nuevas posibilidades de aplicación de la libido.
Su sector definitivo y más importante constituirá la sexualidad. Es por ello que Jung prefiere, al término « libido «, en este primer momento, el de «protolibido sexual indiferenciada», primordialmente nutritiva y luego sí, sexual. Elección desacertada como se aclaró, por las confusiones que presenta dada la difusión del concepto a nivel Psicoanalítico.
De acuerdo a esto, encontraremos que el chupete, por su esencia pertenecerá aun completamente al sector de la función libidinal nutritiva.
Sin embargo, en otro momento lo rebasará dejando ya de ser una función de la nutrición y pasando a convertirse en una actividad rítmica con el objetivo final de proporcionar placer y satisfacción, sin necesidad ya de la recepción alimentaria.
En esta época de actividad rítmica transferida, la mano adquirirá importancia como «órgano auxiliar».
La búsqueda de placer excederá ya la zona bucal orientándose hacia otros sectores, que serán generalmente, los demás orificios corporales. Luego será la piel y puntos determinados de la misma, los que se desempeñarán como «terminales del placer» hasta que, tras una permanencia más corta o más prolongada de la libido en estas estaciones, continuará con su marcha hasta llegar por fin a la zona genital, pudiéndose dar incluso los primeros intentos masturbatorios.
La marcha de la libido se realiza durante la fase de la pre sexualidad, y abandona gradualmente su carácter exclusivo de impulso (que debe diferenciarse del término original «trieb»: pulsión) nutritivo para tomar, en parte por lo menos, carácter sexual.
Esta sexualización de la protolibido sexual indiferenciada traería aparejada la conclusión del período.
Por lo antes expuesto, no sería lícito para Jung hablar de una libido sexual propiamente dicha, en la fase nutritiva ni menos aún de una sexualidad perversa polimorfa desde la edad más tierna.
4) LA SEGUNDA FASE - PERIODO DE «PREPUBERTAD»
Freud observó que los fenómenos sexuales protoinfantiles, es decir antes de los cinco años de edad, y que Jung designa como «fenómenos de la fase pre-sexual», vuelven a desaparecer otra vez por cierto tiempo (período de latencia), para surgir nuevamente mucho más tarde.
La llamada por Freud « masturbación del lactante «, o sea todos aquellos actos semejantes a los sexuales, como por ejemplo el chupeteo, tendrían que volver de acuerdo a la concepción psicoanalítica bajo la forma de onanismo auténtico (C.G.Jung « Introducción al Psicoanálisis, Plaza & Janés,1969).
No obstante lo cual, en Jung, el período de latencia freudiano no sería otra cosa que su inversa, es decir, el verdadero comienzo de la sexualidad normal, puesto que, siendo los antecedentes un mero grado previo al cual no se le pueden otorgar prerrogativa alguna de carácter sexual, el «denominado período de latencia» sería un ejemplo magnífico para demostrar que la suposición de una sexualidad protoinfantil es una equivocación grave.
En efecto, el mal llamado período de latencia no sería otra cosa que la ejercitación de las potencialidades sexuales para su posterior desarrollo madurativo a nivel ya heterosexual.
Surgimiento del Complejo de Electra en el desarrollo evolutivo de la mujer
Se suele creer que el Complejo de Edipo es un problema exclusivo del hijo varón, siendo esto en la realidad un falso concepto.
Freud mismo afirmó la validez del complejo de Edipo en ambos sexos; posteriormente se retractó del mismo en la mujer.
Según Jung, es frecuente que la libido sexual no alcance su diferenciación de la protolibido sexual indiferenciada hasta relativamente bien adentrada la pubertad.
El hecho de la adquisición de esta diferenciación correspondería a la determinación sexual de cada individuo.
El concepto junguiano de « carácter bisexual « sería el resultante del estado anterior a esa diferenciación de la libido «sexualis«, en esta fase primigenia, se trataría de un sexo indiferenciado. No sería entonces sorprendente que también las niñas pequeñas pudieran acusar un complejo edípico.
De acuerdo a ello podríamos afirmar que el primer amor pertenece siempre a la madre, indiferentemente de si se tratase de niños de uno u otro sexo. En esta etapa el padre es vivido como rival.
En Jung, y esta es la diferencia de la concepción freudiana, la madre no posee aún ningún significado sexual con respecto a su hijo. En efecto, si en esta fase de la vida la madre no tiene otro papel que el que le cabe como protector y proporcionador de alimentos al niño, todo placer que esta provoque tendrá las características de nutrición y protección.
El balbuceo, por citar un ejemplo del mismo Jung, que significa « madre «, ya sea en Español, Italiano o Alemán, y que deriva de la voz latina « matter/is «, será idéntico al designado para identificar al pecho materno: « ma-ma «.
En una encuesta infantil realizada por la Dra. B. Hinkle, la madre fue significativamente definida como «la persona que me da la comida..., el chocolate..., etc.».
De esta forma, difícilmente se podría afirmar, tratándose de niños de tan corta edad, que el comer fuese un símbolo sexual. (Aunque a veces esto ocurra así en personas más grandes). Sí sería más coherente afirmar que el « amor « a la madre obedece a una función adaptativa y de supervivencia.
Así, pues, desde esta óptica, los denominados « celos sexuales « hacia la figura parental masculina, dejarían ya de serlo, para pasar ya, y como es dable observar en las conductas animales, a constituir una « envidia provocada por la pérdida de comida «.
Más adelante recién y, a medida en que se despliegue el erotismo germinativo en el desdoblamiento de la libido nutritiva a la sexual, sí será dable observar el Edipo en su forma clásica. Es por esto que la niña también tendrá que resolver su problema edípico y que Jung denomina « Complejo de Electra «, en un afortunado uso de la figura mitológica griega de la doncella Electra, hija de Clitemnestra y de Agamenón, y hermana de Ifigenia y Orestes, la cual salva a su hermano del asesino de su padre y amante de su madre, ayudándole después a vengar su muerte inmolando a Clitemnestra y a su amante.
Si bien en una primera instancia, ya fuese niño o niña, debido al carácter bisexual - que debemos entender en este momento, más que como una confusión sexual, como una ausencia de ésta -, ambos sexos sentirán « celos « con respecto a su padre; en el varón el conflicto adquirirá una forma más viril, mientras que necesariamente en las niñas se dará más tarde, pues se deberá trasladar el contenido catexial de una figura parental a otra, la inclinación sexual será específica y bien conocida hacia el padre, primer varón que aparece en su futura vida de mujer.
Ambos complejos de fantasía irán formándose cada vez más con la progresión de la madurez para llegar a una nueva fase (post puberal), en la cual se rompen ya los lazos libidinales con los padres merced a la sexualidad adulta normal. Pues como dice Jung:
« Para ser padre hay que dejar de
ser hijo»
Si en el proceso de maduración evolutivo, fuese ya por factores exógenos tales como los sociales, religiosos o culturales, o endógenos como la actitud infantil, este rompimiento o superación de los complejos de fantasía no se cumpliere o, con grandes dificultades, el individuo en su proceso diario madurativo no consiguiese el íntimo desasimiento, entonces éstos se convertirán en un conflicto que superará la etapa evolutiva que le corresponde, dando lugar a toda clase de perturbaciones neuróticas, e incluso, psicóticas.
Por
último, cabe distinguir una diferente apreciación entre Jung y Freud con
respecto al Complejo de Edipo. Mientras para el médico vienés, el
complejo de Edipo es el « fono et roigo «, la base biológica de todo lo
psíquico, un deseo de incesto que nunca puede ser superado por completo, Jung,
junto con otros autores aceptan su autenticidad solamente como un fenómeno
psíquico en la sociedad del patriarcado, sin darle un valor completamente
biológico ni universal.
5) LA SEXUALIDAD EN LA FASE DE LA ADOLESCENCIA
...»
Mientras el niño contempla desde afuera el bosque encantado del sexo..., el
adolescente desea adentrarse en él «...
C.G.Jung
El individuo adolescente ya es potencialmente apto para mantener relaciones heterosexuales.
Una característica del adolescente es la curiosidad activa.
Se ha hablado mucho del miedo sexual del adolescente, siendo esto correcto solo hasta cierto punto, y en virtud de fuerzas inhibitorias que actúan negativamente, esta timidez puberal es debida mayormente a factores de compleja índole tales como los morales, los económicos, o los religiosos.
De esta lucha interior entre la curiosidad sexual y la fuerza contrapuesta, timidez puberal, surgiría una solución anormal, determinada a modo de ejemplo por el predominio de esta última.
La timidez determinaría la aparición y posterior fijación de ciertas anomalías sexuales tales como el voyeurismo, o el autoerotismo patológico.
En una solución normal, se produciría lo que Jung da en llamar la « atracción del ánima por el ánimus « o viceversa, concepto recuperado de los antiguos mitos platónicos de hombres arcaicos bisexuados pobladores de la Atlántida o de las escrituras del Popol Vuh, denominada por los eruditos como « la Biblia maya «, que comentan que, en tiempos pretéritos, la humanidad se hallaba compuesta por individuos bisexuados, los cuales, al ser castigados por su Dios, se vieron escindidos por un rayo, buscando desde entonces su otra mitad.
Este mito se encuentra rejuvenecido en las tradiciones judeo-cristianas, en donde Eva es creada de las entrañas de Adán. Esta última solución trae aparejado un enamoramiento estereotipado, idealizado, más ficticio que real y propio de la juventud. La atracción amorosa no se experimenta hacia una persona sino al estereotipo que esta representa.
El objeto de atracción sexual revestirá caracteres meramente imaginatorios, existiendo dentro del adolescente en la figura simbólica (ánima/ánimus).
Se producen de esta forma las fantasías típicas de la adolescencia, convirtiéndose el objeto amoroso en una figura arquetípica, abstracta y estereotipada, surgiendo una condición onírica del amor que desaparecerá, en la medida en que la curiosidad sexual se haga cada vez menos pasiva, de manera tal que en lugar de centrarse en el otro sexo, se polarice en uno de sus representantes.
La
resolución edípica será la condición « sine cuanon « para la efectivización
normal de esta etapa.-
6) EL CICLO DE LA MITAD DE LA VIDA
- Madurez
- Vejez
- Fin natural y fin cultural
- La ley de Enantiodromía (Enantiodromía).
- La crisis de la mitad de la vida
- El Amor y algunos de sus diferentes aspectos
- La relación « Anima « « Animus «
- Los procesos Alquímicos como factor de transformación
- Algunas reflexiones sobre el proceso de senilidad
La crisis de la mitad de la vida, el fin natural y el cultural.
La Ley de Enantiodromía
«... Nuestra vida es como el curso del sol. Por
la mañana va ganando en fuerza y llega radiante y ardiente al cenit del
mediodía, para luego ir desapareciendo «...
C.G.Jung « Introducción al
Psicoanálisis».
Jung considera y rescata un principio ya enunciado, con distinta acepción por Aristóteles. Esta es la denominada Ley de la función reguladora de los contrarios (enantiodromía).
El vocablo Enantiodromía (del griego: Enantios - dromos) da en definir la « contracorriente « entendiendo que todo marcha hacia su contrario». Así el sol naciente concluirá por desaparecer, para surgir luego en un eterno retorno, concepción compartida tanto por Nietszche como por C.G.Jung.
Siendo las posiciones evolutivas
distintas en el hombre joven y en el adulto, el problema será también distinto.
En el primero bastará con eliminar todos los obstáculos que se hallaban en la
dilatación y ascensión vital.
En el segundo, " hemos de estimular positivamente todo aquello que sirva al
descenso ". « (C.G.Jung « Lo Inconsciente «).
El Otoño de la vida humana será tan rico de sentido como la Primavera, aunque su propósito sea completamente diferente.
Dice Jung:
...» Algún inexperto, acaso, piense que más vale prescindir de los viejos, los cuales nada pueden dar de sí, puesto que tienen a la espalda su vida y solo sirven de apoyos fósiles del pasado... pero es un gran error suponer que el Sentido de la vida se agote en la fase joven sexual, que una mujer, por ejemplo, esté agotada con la menopausia...»
El hombre tiene un doble fin. El primero podría denominarse natural, comprendiendo fundamentalmente la generación de la descendencia, junto con todos los menesteres anexos a la protección de la prole, entre los que se cuentan fines socialmente creados, como la adquisición de dinero y la posición social.
Al cumplirse esta etapa comienza otra denominada la del fin cultural.
Jung insiste en que, para obtener el primer fin somos ayudados por la Naturaleza y la Educación, más, para obtener el segundo fin hay poco o nada que nos ayude.
En muchos individuos dominará la ambición de ser en el adulto lo mismo que en los jóvenes o, por lo menos, realizar lo mismo que antes efectuaban sin mayores esfuerzos, aun cuando internamente no puedan tener ya la fe para emprender la tarea.
Para muchos, el tránsito de la fase natural a la cultural será sumamente difícil y amargo. Algunos individuos se aferran a la ilusión de la juventud o, por lo menos a sus hijos, creyendo caer en un vacío sin fondo al tener que abandonarlos.
No es casual que muchas graves neurosis e incluso algunos cuadros más serios como las Psicosis maníaco-depresivas, por ejemplo, se presenten en esta fase de la vida, aproximadamente entre los 45/55 años.
Esta etapa se constituirá en ellos en una especie de segunda pubertad o segundo período de lucha que, al decir de Jung:
...» Suele venir acompañado por todos los tormentos de la pasión «...
Pero
las dificultades que se plantean en esta edad no son susceptibles de ser
resueltas de acuerdo a las antiguas fórmulas.
El Amor y algunos de sus diferentes aspectos
«... Donde hay amor no hay lugar para el afán de
dominio y donde este existe no hay amor «.
C.G.Jung. «Realidad del Alma «
El problema, como todo lo arquetipal y por lo tanto humano, se expresa perfectamente en la Mitología griega. Susana Constante describe el nacimiento de Eros de esta forma:
« Aunque Afrodita tuvo, como es notorio muchos hijos, sin duda el preferido fue Eros, no se sabe - es decir - ni ella misma sabía con seguridad quien fue su padre, si Ares o Hermes o incluso el propio Zeus, cuya reconciliación con la Diosa fue completa y satisfactoria para ambas partes, pero este es un detalle sin importancia. La capacidad de seducción del niño era tan enorme que Zeus, siempre precavido, temió que hiciese estragos entre sus mujeres al crecer y ordenó a la madre que lo hiciera desaparecer. Afrodita, sin embargo no estaba dispuesta a cometer semejante desatino y fingiendo obediencia, lo ocultó en lo más profundo de un bosque. Eros creció amamantado y educado por bestias diversas, rodeado de las potentes humedades de la floresta y mecido por el ruido de frescas corrientes cantarinas. Era un niño hermoso y travieso, muy parecido a su divina madre e inclinado a los placeres del amor, como ella.
De Afrodita, recibió como regalo, además de esas cualidades esenciales, un carjac lleno de deseos en forma de flecha, y se pasaba el día oculto entre las frondas, hiriendo con sus dardos a todo aquel que se le ponía a tiro. Ser herido por una de esas flechas era fatal para la víctima, que a partir de ese instante era asaltada violentamente por el amor, con su cortejo de deseos, ridiculeces e intensas alegrías y nostalgias»... (Susana Constante. « Polvo de Dioses».Ed.Thea)
Lamento tener que contradecir a la autora y este bello Mito.
Eros, el Amor, es un Dios primordial, es decir de orígenes irremontables, un arquetipo y constituye el principio de la vida, concepción que sostuvo Jung a lo largo de toda su obra y compartió Freud, hacia las postrimerías de su vida, cuando escribe su famosa dualidad entre Eros (La vida) y (Tánatos, la muerte).
Lo cierto es que donde hay amor, debe haber vida, esperanza, deseos, felicidad, lo opuesto a ello, es Tánatos, es decir la muerte.
Escribo de una forma
demasiado simplista, porque el Amor, en sus más abnegados aspectos, es también
sufrimiento, por el Ser amado, la pérdida de este, la entrega (como si alguien
pudiera entregarse a otro o a otra). El amor, nos guste o no tiene su lado
oscuro, como todo arquetipo, pero no por ello deja de ser Amor. Tal vez egoísta,
posesivo, celoso y todos los adjetivos que se quiera pero al fin y al cabo es
amor y la otra cara del mismo que se complementa en una unidad, en una única
sustancia.
Aldo Carotenuto, en su obra « Eros y Pathos, matices del Amor y
del Sufrimiento, Editorial Cuatro Vientos, 1994 considera al Amor como:
«...El sentimiento que une a dos personas que además se desean sexualmente «.
Tratándose de esta definición, habría que hacer hincapié en la palabra « además«...que Además se desean sexualmente.
En el Amor, los parámetros inspirados en el sentido común no sirven, sencillamente no son aplicables, además, prosigue Carotenuto:
« Es demasiado difícil negar que las condiciones que el sentido común se empeña en definir como « normales «, por ejemplo un amor que dura toda la vida, con dos partícipes que envejecen juntos y siguen amándose - en la vida real son tan raras que representan una « Anomalía «.
Se debe entender que el Amor, es la gran fuerza de vida, está mas allá de las variables cuantitativas de la normalidad o anormalidad, ni siquiera nosotros mismos podemos saber, qué es el Amor. Este se demuestra por si mismo, si se lo sabe sentir.
Jung en esto es terminante. Dice lo siguiente:
...» Hay que guardarse de interrumpir mediante violencias morales este desenvolvimiento forzoso, porque procurarse una actitud espiritual mediante la división y represión de los impulsos es una falsificación. Nada hay más repugnante que una espiritualidad secretamente sexualizada. Es algo tan impuro como una sensualidad sobreestimada «. (C.G.Jung: Consideraciones sobre el matrimonio actual)
Y sigue desarrollando este concepto de atracción de una mujer por un hombre o viceversa. Añade que:
... “Cada hombre lleva consigo desde siempre la imagen de la mujer, no la imagen de esta mujer determinada, sino de una mujer determinada ".
Esta imagen es, en el fondo, una herencia inconsciente procedente de los primeros tiempos e imbricada en el sistema vivo, un tipo o arquetipo de todas las experiencias de los antepasados de los seres femeninos, una decantación de todas las impresiones femeninas, un sistema heredado de adaptación psíquica. Aunque no hubiera mujeres podríamos deducir, en todo momento, partiendo de esta imagen inconsciente, de qué modo tendría que estar constituida psíquicamente una mujer. Lo mismo cabe decir de la mujer, pues también ella posee una imagen congénita del hombre. La experiencia nos enseña que, en realidad, se trata de una imagen de hombres, mientras que en el hombre es una imagen de la mujer. Como esta imagen es inconciente se proyecta también inconscientemente en la mujer amada y constituye uno de los motivos mas esenciales de atracción pasional o de repulsión.»...
Para el hombre, la imagen de la mujer es una sola, es la" femme inspiratrice"
Para la mujer, la imagen del hombre está constituida por su propio Animus, como se vio, su propia parte masculina. De ahí que como continúa Jung:
« Las suposiciones y fantasías asombrosas de las mujeres acerca de los hombres se inspiran en el Animus, que es inagotable en la producción de juicios ilógicos y de causalidades falsas. «
La relación del Amor, reposa en los Arquetipos de Anima y Animus y el juego de proyecciones que de ellos hace la pareja.
Mencionaré brevemente otros tipos de Amor, El Amor Universal, el Amor fraternal, El Amor filial, la Filantropía, El Amor a la Naturaleza, A Dios, a todos los seres de su creación, animales, vegetales, etc.
Muchos de estos amores que he enumerado son en realidad cuestiones semánticas. Es evidente que el Amor a Dios es un gran Amor, si no está sublimando otro amor más terreno, frecuentemente contrariado.
El Amor Universal, en el mejor de los casos, conjuntamente con la Filantropía, se trata de un sentimiento por el bienestar común y en otros, encarna nuevamente una sublimación de carencias afectivas que hacen a nuestra propia historia de vida, aquí podrían incluirse casi todos los amores que cité anteriormente. Puede haber diferentes tipos de Amor, el trágico, el mal amor, el desesperanzado, el turbio, el inocente?
Esto lleva al principio, las dos caras del Arquetipo del Eros.
Sin la menor duda, como ya decía
La Rochefoucauld en 1665:
« El Amor, si se le juzga por la mayoría de sus efectos, se asemeja mas al odio
que a la amistad «
Esta última máxima, de este conocido pensador francés, nos lleva al problema de la Amistad entre los dos sexos.
Si se entiende a la amistad como un amor sublimado, descarto totalmente la posibilidad. Pero sin embargo, creo posible, tal vez como excepción, la existencia de la amistad entre dos personas de sexo opuesto, es inclusive saludable.
Sostengo que el amor se manifiesta en el mundo, pero no pertenece a el. Los seres humanos, en general, le tienen miedo y necesitan de un montón de convencionalismos, que van desde la definición de la palabra Amor, hasta la búsqueda frenética de la famosa libreta de casamiento, como si fuera una garantía de que el Amor no muere.
Tal vez, en algunos casos, no muera nunca, tal vez se transforme en solidaridad, respeto, comprensión, compañía. Pero esto es distinto de lo pasional.
Rilke dice:
« Amar no significa al principio fusión, entrega y unión con otra persona (porque eso sería una unión de dos seres confundidos, incompletos y aún incoherentes), sino que es un gran acicate para que el individuo madure, se convierta en algo en el mundo por amor a otra persona, es una grandiosa y exigente demanda, algo que lo escoge y lo llama a vastas distancias «
Cuando nos negamos a amar, cuando no accedemos a este encuentro con el otro, según Barthes, estamos renunciando a nuestra vida de fantasía, este factor generador interno que solamente el amor puede activar.
El Amor es también « deseo «.Es interesante saber que la raíz latina de la palabra (de-sidera) indicaba la situación de un adivino que no podía hacer sus predicciones debido a la ausencia de estrellas.
Algo parecido sucede a un amante que se debate en el deseo. Ha perdido su brújula. Estamos lejos de lo conocido y no nos damos cuenta que ya no se puede volver atrás.
Lo desconocido inspira temor, por eso el temor y el estar enamorado casi siempre van de la mano. « El Amor despierta temor « dice James Hillman. « Estamos temerosos de amar y asustados al estarlo, propiciando mágicamente, buscando señales, pidiendo protección y orientación «.
Entonces ¿Estar enamorado significa tener miedo? ...asustarse?
La respuesta es si. Pero también implica involucrarse y ser feliz, y cuanto miedo se le tiene también a la felicidad...
No puede dejar de sorprendernos el descubrir que inflingimos una herida mortal a la misma persona a la que hemos dedicado nuestra vida y por quien estamos dispuestos a hacer cualquier cosa.
En la
búsqueda de nuestro propio sentido de vida encontramos siempre al amor en el
camino y sea que perdure o muera, el hace de la vida algo significativo que
trasciende a la muerte.
«...La aguja de este reloj no da vuelta hacia atrás, lo que la juventud encontró y hubo de encontrar afuera, deberá el hombre hallarlo dentro de sí, llegado el Otoño»...
C.G.Jung « Introducción al Psicoanálisis».
El pasaje de la Primavera de la vida al Otoño, en un nivel enfermo, no será otra cosa que la inversión de los antiguos valores, comenzando a evidenciarse el proceso de Enantiodromía.
La necesidad lleva al individuo a revalorizar el valor de lo opuesto a los primeros ideales; a comprobar el error de las antiguas convicciones y a reconocer la falsedad de las anteriores verdades. El escepticismo pasará a sustituir al amor.
Esta antinomia enantiodrómica queda evidenciada en el campo práctico mediante toda una vasta gama de conductas que varían desde: cambios de profesiones, apostasías de toda clase, conversiones religiosas, falsedad y agnosticismo o idolatrías creadas contrafóbicamente. Estos son algunos síntomas enatiodrómicos.
El peligro subyacente de estas radicales conversiones es el de que toda la vida anterior queda reprimida, produciéndose con ello un estado de desequilibrio como el que existía cuando los contrarios de las virtudes y valores conscientes estaban todavía reprimidos y eran inconscientes.
La Enantiodromía refleja el momento evolutivo de la preeminencia de la Sombra sobre la Persona. La inclinación enantiodrómica a negar todos los valores anteriores en favor de sus contrarios será tan enfermiza como la primera parcialidad.
Siguiendo a Jung, lo conveniente será no rechazar en absoluto los anteriores
valores sino conservarlos, reconociendo al mismo tiempo sus contrarios. En
efecto, esta confrontación elucidatoria de la Persona con la Sombra será, no
solamente el objeto final de la Psicología Compleja, sino también la forma de
elaborar una madurez normal.
La Alquimia en el Amor. La separación. Las Crisis y el pasaje a la Mitad de la vida
Si hay algo que al ser humano le resulta difícil de superar son las crisis amorosas, más aún si éstas derivan en separación. Y lo más complicado de entender es que esas separaciones civilizadas, en las que todo es conversado y la ex pareja termina convertida en un par de buenos amigos, son las peores separaciones. La bronca contenida, y nunca expresada, suele derivar en problemas físicos y psíquicos, y quienes los padecen no tienen idea de que éstos se relacionan con una separación mal resuelta. A veces, es necesario que el individuo que se separa, que rompe una unión importante, pase por un estado de terrible desasosiego que puede compararse con una suerte de destrucción interior o una triste rutina de vida que ya no lo es.
La Alquimia, es un buen parámetro de comparación para ver cómo funciona la Psiquè en momentos de fuertes crisis sentimentales.
En su libro « Psicología y Alquimia« C . G. Jung introdujo, por así decirlo, la Alquimia en la Psicología, primero publicando una serie de sueños de un estudioso de las ciencias naturales que contienen gran cantidad de simbolismo alquímico, y después ofreciendo citas de textos antiguos, con lo cual esperaba demostrar lo importante y moderno que es este material, y cuánto es lo que tiene para decir al hombre moderno. El propio Jung descubrió la Alquimia en forma absolutamente empírica.
Una vez le contó a Marie Luise Von Franz que en los sueños de sus pacientes aparecían con frecuencia ciertos motivos que no podía entender, y que un día, observando viejos textos sobre alquimia, halló la relación.
Por ejemplo, un paciente soñó que un águila empezaba a volar hacia el cielo y después, súbitamente, giraba hacia atrás la cabeza, empezaba a devorarse las alas y volvía a caer a tierra. Jung captó el simbolismo sin necesidad de comparaciones históricas, como por ejemplo: el espíritu ascendente o el ave pensante. El sueño muestra una enatiodromía, o sea, lo opuesto a la situación psíquica. Al mismo estaba impresionado por el motivo que cada vez más era reconocido como arquetípico y que debía, casi obligadamente, tener un paralelo, que, aunque no podía encontrarse en ningún lugar, aparecía como tema general. Entonces, un día vio un grabado alquímico donde un águila con cabeza de rey se vuelve hacia atrás para comerse sus propias alas.
La coincidencia lo impresionó muchísimo, y durante años la tuvo presente, con la sensación de que en la Alquimia había algo más, y de que debía profundizar en el tema, pero no se decidía a abordar este campo complejísimo porque se daba cuenta del enorme trabajo que significaría y de que le exigiría refrescar sus conocimientos de latín y griego, y leer muchísimo. Finalmente, sin embargo, llegó a la conclusión de que tenía que hacerlo, de que era demasiado lo que el tema ocultaba y de que ese material era importante para que pudiéramos entender mejor el material onírico de las gentes modernas.
Una importante etapa del proceso alquímico es llamada calcinación. Esta no es más que el proceso de combustión.
En esta primera fase el alquimista
calienta la materia prima en el Atanor, -a propósito, A - tanor, deviene
de Tánatos, es decir sin muerte y amor significa a-mort-, es decir que el amor,
como se vio, es lo opuesto a la muerte.
Una vez evaporado el líquido, queda reducido a cenizas.
Así descrito esto parece un simple proceso de laboratorio casero. Pero es algo
mucho más profundo que lo que aparece a simple vista.
Desde la perspectiva de los viejos alquimistas, la calcinación lleva implícita
casi siempre la frustración del deseo.
El símbolo hermético de esta problemática es difícil de entender para nuestra
cultura racionalista): el del animal salvaje que se quema hasta reducirse a su
mera esencia.
El fuego purifica de la escoria, y aquí la escoria es el líquido, el agua, la imagen de la nostalgia de la unión.
Para los alquimistas constituía lo mismo el oro físico que el oro psíquico. La materia innoble que es necesario transformar está tanto dentro como fuera del alquimista.
Cuando se habla vulgarmente de Alquimia, las personas se imaginan a una especie de químico primitivo tratando de obtener oro de cualquier sustancia. Pero el tema subyacente no es realmente la elaboración de oro, sino la transformación de la burda sustancia de la naturaleza humana y la liberación de su potencial divinidad interior. No mediante la represión o la trascendencia sino a través de la confrontación y la integración.
La Alquimia relaciona la calcinación con el lobo y el león, que desde tiempo inmemorial están conectados con las pasiones: el hambre y el orgullo, la libertad a cualquier precio, aún el de estar solo, la arrogancia y el deseo.
No considera que las pasiones en su estado natural sean malas ni diabólicas, pero sí son peligrosas y es necesario transformarlas en el oro que siempre estuvo potencialmente contenido en ellas.
En otras palabras, la libertad del lobo o del león no existe sino es compartida.
La calcinación no es la represión ni la condena moral al deseo - por voraz, egoísta y por lo tanto moralmente inaceptable- sino el sacrificio voluntario de algo para que pueda emerger otra cosa.
Uno de los terrenos de la vida donde se da en forma más característica la etapa de la calcinación es la del amor frustrado. Esta experiencia, si uno la aborda con un mínimo de conciencia, quema muchísima escoria y a veces hacen falta muchas lágrimas y sangre para apagar el fuego.
Normalmente, si una persona no puede tener el objeto de su deseo, siente mucha cólera y le echa la culpa a otra persona o a alguna circunstancia externa. De lo contrario, experimenta una especie de auto conmiseración y auto denigración lacrimógena.
Sucede algo distinto si la persona responde con un cierto reconocimiento de su potencial creatividad, y a partir de esa vivencia consigue contener su frustración y su rabia sin culpar al otro ni auto culparse. En ese caso algo comienza a transformarse desde adentro y la experiencia puede llegar a ser un aporte importantísimo a la configuración de un sentimiento sólido de identidad personal.
La persona que jamás ha experimentado una frustración así, o que la ha interpretado sólo como culpa, ya sea propia o ajena, jamás podrá crecer más allá del león y el lobo.
Hay una voracidad y una destructividad básicas e inflexibles que se enconan en el inconsciente, y con frecuencia están totalmente fuera del alcance de la percepción de la persona.
Pueden ser movilizadas por toda clase de situaciones externas, con horror del individuo que lo experimenta; o si no, puede ocurrir que éste evite cualquier compromiso o relación profunda con otros, por miedo de lo que pueda suceder si el león o el lobo llegan a soltarse.
Desde el punto de vista alquímico, la única alternativa a esta situación es que el lobo y el león ardan en el fuego o que se le corten las patas. Las pasiones primitivas contienen la potencialidad de la realeza (el león es una forma primitiva del rey, del oro alquímico), de la individualidad auténtica; pero primero hay que quemarlas, para que así se transmuten.
La experiencia de la pasión es siempre un riesgo, porque el objeto puede rehusar la ofrenda o eludir la posesión; e inclusive si uno consigue su deseo, la realidad casi siempre está por debajo de la fantasía.
Vale decir que el elemento de frustración es inherente a la vivencia de la pasión.
En el fenómeno de la calcinación pueden verse tanto manifestaciones físicas como emocionales; en ocasiones parece que determinadas enfermedades, como infecciones y fiebres, se relacionaran con la cuestión del deseo frustrado. Con frecuencia las imágenes alquímicas son violentas, y la de encerrar un lobo en un recipiente sellado y después encender fuego debajo no es muy atractiva.
Con toda seguridad, el lobo se pondrá insoportablemente rabioso.....Pero el fuego purifica y transforma, y eso es lo que intenta obtener la calcinación.
En los textos alquímicos, también se asocia la calcinación con el purgatorio, porque es un proceso de purificación que al quemar los pecados, los disipa. El fuego no solo quema y frustra, sino que también purifica e ilumina. Estos son objetivos de la calcinación, tanto como lo es la pureza emanada de una absoluta sinceridad con uno mismo. Y lo que queda es indestructible, porque uno no puede dejarse corromper ni sorprender a traición por el autoengaño.
Este proceso también puede ser comparado con los sueños en los que se incendian casas y una antigua imagen de uno mismo o un conjunto de actitudes viejas se queman. Cuando se vive - o se sufre - por dentro este proceso -, es común que aparezcan sueños de ese estilo.
Estas difíciles experiencias ponen a las personas en el camino de la evolución interior.
Una de las formas de resistirse a este proceso es a través de echar culpas al otro, a circunstancias exteriores o a uno mismo o evitarlo como lo hacen las personas demasiado razonables, que creen que han entendido por completo por qué las cosas fueron mal, y por qué era necesario separarse. Los dos siguen siendo amigos y todo se hace de una manera muy civilizada, sin reconocer los sentimientos que serían normales en esta situación, que después de todo es una especie de muerte que exige su dolor y su duelo. Así es como las personas se ven envueltas en una depresión de la cual no pueden salir ni atisbar la causa. No pueden alcanzar a elaborar que, verdaderamente, la separación, no es un hecho racional sino afectivo.
Esta negación de lo sucedido, de la furia del lobo que al ser encerrado sufre y se retuerce en el primer momento de la calcinación de la pasión frustrada, evita que se inicie un proceso de evolución necesario para culminar en la obra de la individualidad auténtica. (Proceso de Individuación)
Entendiendo los procesos de las crisis, desde la perspectiva junguiana, teleológica y prospectiva, la Alquimia aplicada al Amor y la relación de pareja, y en especial este paso: La Calcinación constituye un concepto interesante para tener en cuenta a la hora de elaborar una separación amorosa.
La pasión encierra riesgos, pero es inherente a la humanidad y a la oportunidad de crecer y de llegar a la unión, otra importante etapa de la obra alquímica que, como vimos, es algo más que un juego de laboratorios y viejos alambiques, sino una concepción integral del universo.-
Sin embargo, otra fase, tal vez la más importante dentro del proceso alquímico es la Conjunción, donde el rey y la reina, el Anima y el Animus, lo masculino y lo femenino se funden para producir la gran obra, el Amor.
Sheldon Kopp, cita un viejo cuento:
«Había una vez un hombre santo cuyo aprendiz le servía con gran diligencia. Si el maestro lo mantenía a su lado era sólo por la dedicación de que daba muestras; aparte de eso, el discípulo le parecía bastante lerdo.
Un día se extendió por toda la región el rumor de que el acólito había caminado sobre el agua, pasando al otro lado del río tan fácilmente como si estuviera cruzando una calle. El maestro lo interrogó respecto a esta hazaña milagrosa.
-¿Es cierto lo que se dice de ti? ¿De veras has podido cruzar el río andando sobre el agua?
-¿Qué podría ser más natural? - respondió el aprendiz- Gracias a ti, ¡oh, Venerable maestro!, he andado sobre el agua. A cada paso repetía vuestro santo nombre, y era eso lo que me sostenía a flote.
El maestro caviló para sus adentros: « Si el humilde discípulo puede caminar sobre las aguas, ¿qué no podrá hacer el maestro? Puesto que el milagro se produce en mi nombre, debo de poseer poderes que no sospechaba y una santidad de la que no era consciente. Después de todo, nunca he intentado cruzar un río andando «.
Movido por estos pensamientos, el maestro corrió hacia la orilla del río. Sin la menor vacilación, apoyó el pie en el agua y, con fe inquebrantable, empezó a recitar: « Yo, yo, yo «....
Pero a pesar de su esfuerzo, terminó ahogándose.» Sheldon Kopp. « Al encuentro de una propia vida « Ediciones Urano». 1992.
Muchas veces sucede como producto de la no integración de nuestras polaridades, el Ser Humano se creé autosuficiente desvalorizando al otro a propósito proyectando nuestra materia a transmutar o buscamos afuera lo que tenemos dentro:
Se cuenta la historia de un joven llamado Eisik, hijo de Yekel, que vivió toda su vida en Cracovia. Los años de abyecta pobreza habían sometido su auto confianza a tan dura prueba que Eisik ya no creía tener un lugar en la comunidad. Las cosas iban de mal en peor, pero por mucho que duraran estas, nunca llegaban a afectar su fe en Dios.
Una noche, este pobre joven soñó que el Señor le decía que viajara a Praga y buscara un tesoro enterrado bajo el puente que conducía al palacio real. Eisik emprendió el largo viaje sin hacer caso a las burlas de sus vecinos, pero al llegar a Praga descubrió que el puente estaba vigilado día y noche.
No se atrevía a excavar ante los guardias, pero tampoco estaba dispuesto a irse sin el tesoro. Eisik se pasaba los días junto al puente, esperando que se le presentara una ocasión de convertir el sueño en realidad.
Tras observarlo con suspicacia durante una semana, el capitán de la guardia le preguntó si estaba buscando algo o si esperaba que saliera alguien. Eisik le contó el sueño que le había impulsado a realizar tan largo viaje.
El capitán se echó a reír y respondió « ¿Y por eso has gastado los zapatos, deberías ir a Cracovia a buscar el tesoro que hay enterrado bajo el fogón en la choza de un pobre llamado Eisik, hijo de Yekel .
La conjunción o conjunctio, necesita, en especial en el amor de la otra parte, el Anima o el Animus que no están mas que dentro de nosotros mismos.
Cuando el individuo se encuentra en este caótico estado de convicciones contradictorias, retrocede creando una represión, es por esto que el « trauma « en Jung será la incapacidad notoria del individuo neurótico para realizar una nueva síntesis de vida.
Esta represión, al no ser contemplada, llevará indefectiblemente a una involución a tiempos pasados en los que se encontraba en una situación semejante y en la cual utilizó ciertos medios que tratará de usar ahora pero, como lo que sirvió en la juventud es inútil en la vejez, la regresión proseguirá su camino evolutivo hasta la niñez y aún más allá.
6) Algunas reflexiones sobre el proceso de la Senilidad
Es común y fue fruto de mi experiencia en Servicios geriátricos, encontrar conductas semejantes a las descriptas en el párrafo precedente. En efecto, es factible la observación de características de aniñamiento en muchos seniles, evidentemente neuróticos, como lo es el quantum de los que se hallan en situación asilatoria.
En muchos casos, el retroceso estadial, que admite ser contemplado como una involución de la libido junguiana, es de características sugerentes y alarmantes.
Muchas conductas « rotuladas « desde un punto de vista neurológico como: Demencias seniles, Demencias generalizadas, Deterioro senil arterioesclerótico, Anzheilmer, etc. llevan a pensar, (por supuesto que sin descartar el muy importante comportamiento orgánico), en el proceso involutivo de la libido, como las famosas dos caras de la moneda...el correlato psíquico de lo físico y viceversa...! Eros y Tánatos!
Es común en los casos antes mencionados encontrar la regresión del chupeteo, ya sea este de los dedos u objetos, el descontrol de esfínter uretral, el llanto inmotivado aparentemente, pero con el fin profundo de llamar la atención y, hasta en algunos casos, el regreso a la posición fetal, en clara demostración autista.
Todo
ello da puntos de cimentación crudamente reales a esta ley de enantiodromía,
enunciada por C.G.Jung.
7) EL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN Y EL CICLO DE LA VIDA
- Los pasos en la Psicoterapia junguiana
- La autonomía y la regresión
- El Selbst
Los pasos en la Psicoterapia junguiana
En referencia a los pasos de abordaje, tratamiento y cura de la terapia junguiana el acento está puesto como diría Mártin Buber en el diálogo entre el « Yo « y el «Tu», considerando que el «Tu», buberiano no solamente es una ínter actuación entre el yo, sino lo complementa necesariamente.
En esta primera etapa, el « tu «, es decir el analista, asume las características de escucha, casi a nivel confesional, pues como dice C.G.Jung:
« No hay nada que el «paciente no sepa de si de antemano «...
No es casual que esta primera etapa, correspondiente a la catarsis psicoanalítica, se denomine en la Psicología Compleja o Analítica junguiana, Confesión.
En un segundo momento, que se concatena con el primero y se va diferenciando de el poco a poco, comienza la Confrontación de la Persona, es decir el sujeto con la Sombra, que es el Otro internalizado, con el fin de llegar a una tercera etapa, que llamaríamos de Elucidación en la cual el paciente integra sus aspectos en una nueva síntesis homeostática y dialéctica en el mas completo sentido Hegeliano.
Tal vez, el gran énfasis en la terapia junguiana está puesto en la cuarta y última etapa del análisis, es decir el Proceso de Individuación, que no solamente constituye en verse como un individuo, sano, como en algunas terapias behavioristas o comportamentales y como si pudiera hablarse del concepto de « salud « y « « enfermedad « mas que como entelequias, por consiguiente abstractas y en función de lo social de turno.
El Proceso de individuación junguiano, tiene que ver con el más íntimo
Sentido de la Vida, con esas respuestas que la Filosofía aún no logró descifrar es decir que somos?, de donde venimos y hacia donde vamos. Es la mas profunda e inherente reunión con Dios, o el regreso a las fuentes, no con un Dios «ex machina», sino con nuestro propio Arquetipo del Dios interior, la cuaternidad de la misma divinidad que se halla en cada uno de nosotros, por el hecho de ser seres humanos y partícipes del Universo en sus dos facetas: material y espiritual.
Con respecto a aquello que por convención denominamos « cura «, Jung es muy explícito, el papel del analista es el de un guía tutelar, un mentor, un personaje como fue tan bellamente escrito por Dante en su obra cumbre, es el rol que el célebre poeta italiano adjudica a Virgilio, encargado, como un guía o chamán de elevar al ser humano desde el Infierno de la parálisis de la enfermedad hasta la contemplación de Beatriz, el final del proceso de individuación.
No olvidemos que la palabra terapeuta deviene del Esenio, el lenguaje de Cristo, perteneció a un grupo sanador hebreo, y traducida literalmente significa « curadores del Alma «.
De acuerdo con Jung, con respecto a la vieja disputa entre el análisis terminable e interminable podría mencionar lo siguiente: Algunos pacientes buscan solo lo superficial y en ellos lo que denominamos cura, casi se produce espontáneamente, inclusive en semanas, en otros, el proceso de confrontación elucidación lleva años pero la búsqueda del Si mismo, del Grial, del Sentido de la existencia, lleva toda la vida y lo que es mas arduo aún, nunca se sabe cuando la obra está completa, porque ello escapa de las manos del Ser Humano.
Jung mismo, solía analizar a sus pacientes durante aproximadamente unos seis meses, con frecuencia de una o dos veces por semana y realizaba al cabo de ello una especie de paréntesis que permitía observar cómo el paciente iba asimilando su propia temática y cumplimentando los pasos que enumero.
Mediante el denominado « Proceso de Individuación «, el sujeto va confrontando lo consciente con lo no consciente, llegando por último a integrarlo en una noción totalizadora que recibe el nombre de « Selbst« Esto apuntaría al conocimiento de la personalidad verdadera y total del ser humano, con sus aciertos y sus errores.
7) El ciclo de la mitad de la vida.
En una primera etapa, hasta aproximadamente los diez años de edad, la criatura, desde que nace, cumple una evolución tendiente en última instancia a las etapas que ha de seguir para perfilar su yo. En esta, el niño no se diferenciará mayormente de su medio en el cual actúa y dentro del cual se halla confundido. A medida que se evidencia su crecimiento madurativo, surgirá la necesidad de romper esa identificación.
Esta ruptura, tal como hemos reconstituido en el período de la Adolescencia, y como se ha observado en la fase Edípica, se realizará con dificultades, las cuales serán debidas, fundamentalmente a la interacción de dos fuerzas de cargas y características opuestas.
Una de ellas será la autonomía, que condensaría a la fuerza vital que impulsa nuestro crecimiento, mientras que la restante recibe el nombre de la regresión.
Esta será la fuerza que tratará de retrotraer al sujeto hacia los primeros estadios en los cuales este no tenía necesidad de ser el mismo. Esta última tendencia es retomada posteriormente en un trabajo de Erich Fromm constituyendo el título del libro de este autor, al mismo tiempo que la denominación que implica: el « Miedo a la Libertad «.
Aquí también se dará, aunque en otro plano, a lo largo de toda la escala madurativa del hombre, la lucha de los contrarios.
El camino junguiano de la vida, se entroncará de esta suerte en un eterno retorno
entre el devenir y lo ya sucedido, donde hacia adelante se encontrará el Selbst, como afirmación total y fusión de lo humano con lo cosmogónico, mientras que, hacia atrás, hallaremos el retorno a la unidad original.
De esta manera llegamos nuevamente al denominado « mandala «, es decir, un símbolo primitivo de la humanidad que simboliza originariamente la dualidad luz y sombra, lo masculino y lo femenino, como unidad, como totalidad, es decir, el « mundo de los contrarios «, al mismo tiempo que el Ying y el Yang.
En él se haya representado gráficamente la confrontación entre la Persona y la Sombra, y al decir de Jung:
...»
Una feliz analogía presenta el dibujo chino taigitu con el sentido de la
vida«...
(C.G.Jung « La Psicología « ).
8) La Emancipación de los hijos.
- El problema de la emancipación de los hijos analizado de acuerdo a los postulados de la Psicología Compleja.
...» Seguir por el camino - del centro, es misión del hombre maduro, porque la situación psicológica del individuo es, en cada edad, diferente.
Al comienzo de la vida, el Ser Humano tiene que
salir de la niñez, época vital, totalmente unida al inconsciente colectivo, para
llegar a la diferenciación y
perfilación de su yo. Debe tomar pie en la vida real y vencer los problemas que
ésta plantea: sexualidad, descendencia, matrimonio, profesión, obligaciones y
relaciones.
De aquí que sea de suma importancia crear los instrumentos necesarios para esta
adaptación y afincamiento en la máxima diferenciación posible de su función
superior constitucional»...J. Jacobi, « La Psicología de C.G.Jung «
Cómo se elucida el doble problema que ofrece la emancipación de los hijos, la liberación de la custodia parental protectora y opresora a la vez?
El Ser Humano que envejece se va acercando cada vez más al estado de deslizamiento psíquico colectivo, del cual de niño, pudo salir con ingentes esfuerzos.
Este vital Eterno Retorno es simbolizado por C.G.Jung en el Euroboros imagen de la serpiente que muerde su propia cola.
El individuo tendrá, como había tratado precedentemente, dos finalidades a cumplir: la natural, primera, llevando a cabo la procreación de los hijos y todos los quehaceres que lleva consigo la protección de la prole -dentro de los cuales son incluidos, desde la adquisición de dinero hasta la búsqueda de posición social-. Cumplida esta finalidad, comienza otra fase: la cultural (Ueber die Psychologie des Unbewussten, Pág.135).
Si esta misión se ha cumplido exactamente, entonces, la muerte pierde irremisiblemente su horror y tiene sentido incluirla en la « vida total «.
No todos los individuos llegan a esta óptima confrontación con el selbst. Muchos pretenderán seguir siendo lo que en su juventud fueron, constituyéndose en remedos de su propio pasado. La mayor parte de ellos caerán en la enantiodromía, cumpliendo sus nihilistas principios.
El problema de la emancipación de los hijos hace aflorar, quizás, más que ningún otro, en el cielo de la mitad de la vida reacciones encontradas y comportamientos a menudo incoherentes e injustificables.
La emancipación del hijo, o la hija, puede ser tomada, como la pérdida de un objeto propio y dominado en la relación parental, también es frecuente que se den estos distintos tipos de reacciones patológicas en los padres:
1) Temor a la pérdida del hijo en cuanto prolongación de sí mismo.
1 a) Competencia con el hijo, por querer vivir en él / ella la juventud perdida.
1 b) Negación absoluta o parcial de las potencialidades que éste tenga para desarrollarse en la vida ( posición protectora), una forma más oculta del temor a la pérdida del hijo en cuanto este representa para el padre una prolongación de sí mismo.
1 c) Competencia del padre o la madre con el « mundo exterior « (nuera, viajes, trabajos, etc.) que someten casi inmediatamente al hijo a un conflicto de elección entre su vida y su hogar, generalmente neurotizante.
1 d) Actitud de aparente madurez y apertura, pero que, en el fondo, enmascara nuevamente la competencia con lo « extraño«.
1 e) Esta forma es igualmente patológica, pese a ser diametralmente opuesta a las ya explicitadas, se trata de la relación parental ausente, en la cual el hijo, aun antes de lo debido, se ve obligado a afrontar obligaciones que le emancipan en cuanto a su papel intrafamiliar se refiere. Esto pertenece concretamente al tipo de familia « ausente «.
A su vez, el problema de la emancipación de los hijos ofrece otro vértice digno de especial atención, este es las formas posibles de encarar la situación por parte de los hijos.
Es notorio que la disposición cronológica de los hijos alterará los papeles que deban asumir intra y extra familiarmente los mismos. Así pues un hijo primogénito, mayor que los otros, se verá generalmente impelido a asumir el papel de substitución del padre, en cuanto a rol natural de este se refiere, ya sea por incapacidad interna del mismo (problemas insolubles de la senilidad de influencia psicológica o netamente de origen neuronal), tales como Mal de Parkinson, Arteriosclerosis múltiples o generales, demencias seniles, Anzheilmer, etc... O bien por la desaparición física del progenitor masculino.
Jung destaca que, en el caso del sexo opuesto, la mujer primogénita, el problema se sucede de igual forma, debiendo la hermana mayor asumir el papel de la madre y, en la mayoría de los casos anulando sus propias potencialidades para realizarse fuera de la familia. Este es el típico caso de las hermanas mayores solteras que «viven» a través de las satisfacciones y / o conflictos de sus hermanos.
Este desempeño se alterará notoriamente de tratarse de un hermano menor, que pasará a ser « protegido «, ya sea por los padres o ante la ausencia de éstos, por aquél de sus hermanos que asuma el rol parental.
Asimismo, la situación se alterará también de tratarse de un hermano del medio, que vivirá su emancipación con connotaciones también propias, pasando a ser una mezcla híbrida de las responsabilidades del mayor, que no asume y falto de la atención que se le otorga al menor.
Cuáles son la mayoría de las formas que adopta el hijo, en su intento por lograr la necesaria emancipación:
Siguiendo el esquema precedente:
2 a) El hijo asume la actitud de rebeldía, contra su familia, guiándose por un derrotero falso en la vida. Esto es decir, buscando los llamados grupos de pertenencia negativos tales como Subgrupos de drogadictos, amorales, pseudo ideologías políticas extremistas, etc...
De cumplirse esta aparente solución, es indispensable conocer que las dos partes del problema se hallan funcionando patológicamente (familia-hijo).
2b) El hijo, en la imposibilidad de cortar lo que denominaremos « cordón umbilical «, cae en la pérdida de su identidad real, para ser, de acuerdo con J. Lacan « El deseo del padre «. Esta solución es esquizofrenizante y ha dado uno de los grandes aciertos a la Teoría del « doble mensaje o vínculo « de Laing y Cooper. « El Yo dividido «.
2 c) El hijo, al no lograr encontrar una solución normal a la emancipación, se ve obligado a dar « un corte inmediato « al nudo gorguiano que atenaza sus potencialidades con la dinámica patológica intrafamiliar. En este caso, el gradiente de meta « hacia el mundo « es superior al familiar propiamente dicho. De esto resulta un corte, una amputación permanente, en la familia, a la vez que constituye en los otros hermanos una identificación negativa y mal conducente.
He expuesto, tan solo algunas líneas de solución patológica al problema de la emancipación de los hijos, las instancias distan mucho de ser agotadas en su totalidad. No obstante, el problema queda enfocado desde las dos vertientes y debe entenderse que, en la mayoría de los casos, éstas (hijo-familia) se hallan interrelacionadas, evento que incluiría como principal eje la denominada « Psicoterapia Sistémica «, y a menudo una actitud patológica de uno de estos dos elementos, no es sino una respuesta consciente o inconsciente a una forma de actuar o pensar de la otra parte.
Siguiendo a Jung, la solución ideal de este problema consiste en la verdadera asunción del Selbst en el individuo mayor, en la crisis de la mitad de su vida.
La confrontación de sus yerros y sus logros le dotará de una actitud madura, la cual le permitirá imbuirse de su verdadero papel de padre, no de aquél que entra en competencia con su hijo, ni de aquél que le considera un poco más que una mera prolongación cromosómica de sí mismo, sino que este deberá ser un papel de consejero, una verdadera vivencia de amistad amorosa.
La modificación de un extremo lleva a la misma modificación en el otro, en lo que podríamos llamar: una « homeostasis « familiar. Las brechas generacionales existentes podrían ser obviadas o al menos disminuidas, en la medida en que el hombre maduro cumpla con su papel cultural, encontrándose actualizado, no competitivamente sino espiritualmente.
Por otra parte, deberá tener el suficiente criterio para recrear la dinámica familiar, sabiéndose poner a tono con las nuevas necesidades que la sociedad actual impone. La institución de la familia es indispensable, dado que el hijo se nutrirá en ella para sus futuras relaciones interprojimales.
La familia será la primera sociedad, el primer objeto social del niño. Y su realización exacta solo será alcanzada con comprensión, diálogo y aceptación de los propios errores.
9) Resumen y conclusiones finales.
- Identificación anónima en la evolución del «Yo».
- La fase pre sexual.
- La pubertad.
- La adolescencia. Los ritos de iniciación.
- La migración de los hijos en cuanto a momento madurativo.
- Consideraciones finales
- Visión general e integradora de los distintos aspectos del desarrollo evolutivo del hombre tratados en el presente trabajo de acuerdo con la Psicología Compleja de C.G.Jung.
El desarrollo evolutivo del hombre comienza en la misma participación del neonato en el medio dentro del cual se efectuará su posterior desenvolvimiento.
En una primera etapa, su vida no se diferenciará para nada del mundo que lo rodea. A medida que se va cumpliendo la separación entre los elementos que integran su persona y los que no, al par que un mayor desarrollo neurológico lo permita, se irá desarrollando en el niño un yo incipiente. En ese estado de indiferenciación, denominado por H. Wallon « de sincretismo indiferenciado «, se irá perfilando lentamente su realidad individual.
La primera etapa denominada « Identificación anónima con el medio « tiene el valor de marcar, por ausencia, al yo, a la par que comenzar a individualizarlo.
A manera de ejemplo, Jung menciona que la palabra « yo «, no solo en cuanto a significante, sino especialmente en cuanto a significado, se constituye en una adquisición relativamente tardía del niño: aproximadamente durante el tercer año de vida.
Es con el surgimiento del empleo del pronombre de primera persona cuando es dable advertir las primeras muestras de una personalidad que tomará paulatinamente consciencia de sí misma, diferenciándose de su entorno.
Mientras Melanie Klein y el mismo Freud consideran un yo temprano, C.G. Jung entiende que éste es válido no en cuanto a su existencia más o menos cronológica sino como el germen de un desarrollo que durará toda la vida.
El hecho de comprender en cuanto a significado al « yo «, lleva implícitamente a la comprensión del « no yo «. En este punto es interesante señalar que, en ciertas lenguas y dialectos primitivos semitas, tales como el Arameo, no existe palabra que equivalga al pronombre personal de primera persona.
Una frase tal como « yo duermo « o « yo trabajo «, sería literalmente traducida al verbo en infinitivo precedido por una circunstancia temporal, de lo que resultaría: « aquí dormir «..., « hoy trabajar «..., etc...
Únicamente de forma gradual, y bajo presiones fundamentalmente culturales, se fue incorporando en estos pueblos y al mismo tiempo difundiendo, el empleo del pronombre personal « yo «.
El paralelismo histórico resulta significativo con el desarrollo individual descrito precedentemente.
En la pubertad, indica Jung, la ruptura con ese mundo colectivo. En esta etapa, el sujeto hace su entrada en una individualidad que le es propia, así pues, mientras la etapa anterior era de un carácter extrovertido, ya sea jugando, reclamando a la madre, objetos, etc..., esta nueva etapa se caracterizará por una introversión «preparatoria».
La perspectiva será gradualmente distinta, ya fisiológicamente comienzan a surgir cambios que representan para el sujeto vivencias y sensaciones que no pueden dejar de preocuparlo, el crecimiento de vello en varias zonas, fundamentalmente las pubianas, región hipogástrica del abdomen, incremento en la actividad glandular (hipófisis, gónadas, etc.), cambios humorales, alteraciones de tono, timbre de voz, etc... Constituirán algo impuesto y contrario a la voluntad del niño.
Esto lleva al sujeto a la perspectiva de replegarse en sí mismo, más no como una negación del hecho, sino como una preparación de las potencialidades de la siguiente etapa.
Continuando el desarrollo evolutivo encontramos la Adolescencia. En ella se conjugan pares opuestos, pero al mismo tiempo, complementarios.
La agresividad, como exceso de seguridad, constituirá una expresión necesaria para contrarrestar el profundo margen de inseguridad y timidez en que vive.
La agresividad encubrirá la curiosidad y el temor.
La seguridad pues, obrará de acuerdo a la Psicología Compleja, como un mecanismo defensivo, enunciado por Anna Freud como « formación reactiva «.
Jung se detiene en este punto, especialmente en los denominados « ritos iniciáticos « de diferentes culturas aparentemente inconexas, tales como la celebración de la madurez entre los Pieles Rojas de Norteamérica, ciertas tribus del S.O. de África, el rito ceremonial de la Religión Judía de los trece años de edad y el sacramento del bautismo de la religión bautista, por mencionar solamente algunos.
En todos ellos surge un común denominador: Lograr que el iniciado abandone una postura meramente individual para integrarse nuevamente en lo colectivo. Y de esta forma alcanzar un « yo «, distinto a lo que le rodea, pero de ninguna forma escindido de ello.
La Escuela Junguiana destaca una evolución considerada como expresión de un desarrollo normal en todo ser humano. El individuo que cumpla con lo que cada una de estas etapas exige, tenderá a la evolución normal.
En una primera fase- los primeros 10 años -, el niño se desenvuelve tendiendo a lo que ha de seguir, la confusión expuesta anteriormente entre el medio y la persona, determinará la necesidad de ruptura con esa falsa identificación egocéntrica.
Esto no es logrado sin dificultades. Nuevamente juegan dos fuerzas antagónicas contrarias que, al igual que el Ying y el Yang budista, se atraen y repelen, estas son « el impulso hacia adelante «, hacia la adultez y « el impulso retrógrado « hacia etapas iniciales, en las cuales el sujeto no se veía afectado por ningún tipo de compromiso vital.
A su vez, ambos impulsos forman la Unidad, en un « anillo « vital.
Estos impulsos utilizados por Jung, encuentran su correlación semántica más correcta en la palabra « élan «, o Elohim (hálito, aliento divino) lo que permite hacer un paralelo casi concordante entre el impulso vital junguiano (protolibido sexual no diferenciada) y el concepto del filósofo Henry Bergson de « élan vitae « (impulso de la vida).
La gran dificultad de esta primera etapa y que puede impedir la tarea a cumplir que será la diferenciación de lo particular a lo colectivo, estribará en el miedo a no poder responder a las exigencias que la autonomía supone. El miedo al devenir y al cambio.
Lo desconocido implicará siempre un factor persecutorio, justamente por el hecho de ser desconocido.
Se teme todo lo que se desconoce y se odia todo lo que se teme.
La migración de los hijos como momento en la evolución humana.
El sujeto deberá aprender a independizarse gradualmente de sus padres, abandonando poco a poco la tutela protectora de éstos para ir logrando la adopción de conductas independientes.
Uno de los Diez Mandamientos indica « Honrarás padre y madre «, más en la Biblia también figura « Dejarás padre y madre«.
En este punto se vuelve a plantear nuevamente el problema de la individualidad en función de lo social.
La Necesaria migración de los hijos no implica de ninguna manera el desarraigo al hogar de los mayores ni el abandono filial. Sí apunta al hecho de « emancipación « psicológica gradual.
Es necesario dejar a los padres para poder ser padres a la vez. La imposición imprescindible para que un individuo pueda psicológicamente ser padre es la de dejar de ser hijo. Esto implica dejar los mandatos del padre, no solo por haberse asumido como individuo en sociedad, sino también por tener esos mandatos internalizados.
Este abandonar los mandatos del padre constituye la base de un concepto retomado por Jacques Lacan bajo el término de la Ley del padre. Necesariamente deberá producirse esta ruptura de la dependencia psicológica para que el sujeto se comporte adultamente.
Este momento especial que constituye la migración de los hijos será la gran tarea de esta segunda etapa de transición a la adultez, y es contemplada en la Psicología Compleja bajo el nombre de « responsabilidades sociales del sujeto».
La incapacidad para realizar esta nueva síntesis de vida, inevitablemente desencadenará una neurosis, puesto que todas las etapas del ciclo de la vida deben ser recorridas.
En este punto del pensamiento del C.G.jung, es posible observar, si bien parcialmente, las profundas connotaciones religiosas que evidencian una correspondencia entre la Psicología Compleja y las grandes religiones.
Consideraciones finales.
No es casual que Jung haya sido motivo de estudio de numerosas Iglesias y Teólogos de distintos credos.
Si bien se nutrió en su infancia del Protestantismo, es indudable que aborda la cuestión religiosa con un estricto criterio científico.
Un teólogo católico, J. White analiza en su libro « Jung y Dios « la problemática de la Psicología Individual y sus múltiples conexiones con el aspecto religioso.
La connotación de la Terapia junguiana, en cuanto al devenir y el cambio, las posiciones filosóficas fundamentales ya sustentadas por Heráclito y Parménides, alcanzan en Jung su punto de unión.
En la cuarta y última etapa que completa el desarrollo evolutivo del hombre a la luz de la Psicología Compleja, encontramos que éste posee ya la adaptación completa con respecto a su papel social, al mismo tiempo que la realización de la tarea principal de la personalidad, es decir, « la integración de la consciencia del Yo «.
El Selbst es la consciencia del ser que está viviendo y que ha vivido; el conocer su significado. Ya se ha remarcado anteriormente la importancia fundamental del denominado « Ciclo de la Mitad de la vida «.
La aceptación de los éxitos al mismo tiempo que de los errores cometidos en ese lapso que culmina aproximadamente en los 50 años, plantea para Jung, ciertos interrogantes que van más allá ya sea del trabajo, de la familia, de la pareja, de la separación ,de los hijos, etc., y llegan a vincularse con un dilema metafísico existencial.
El mismo Jung señala que:
« El problema planteado en la segunda mitad de la vida es siempre, en última instancia un problema religioso «.
Debe entenderse como problema religioso en el sentido más amplio de la palabra.
La idea de Dios es para Jung justamente un arquetipo, es decir una entelequia « Ex machina «, imposible de ser totalmente descifrado, justamente por el hecho de constituirse en un arquetipo, una representación externa al individuo, propia del inconsciente colectivo y que solo accede al Inconsciente individual mediante símbolos, llámense éstos: Cristo, Jehová, Dios o Alá.
La pregunta final sería: « En qué relación después de la mitad de la vida, después de utilizar las potencialidades humanas se halla uno con Dios? «
La respuesta a esto presupone un código moral, una ética y ésta se encuentra ya en las grandes religiones y en el Ser Humano mismo...¡ En nuestro Dios interior!
Horacio Ejilevich Grimaldi
15 de Julio de 1976