Representación y fantasía. Hacia una teoría junguiana
Horacio Ejilevich Grimaldi.
Revista:
“El campo de las Terapias”
Mayo de 1992.
Año 1- Numero 4
Aun cuando las representaciones en la vida anímica humana adulta se hayan integradas en la percepción, también se dan como contenidos de nuestra conciencia independientes de nuestra percepción.
Ph. Lersch “La Estructura de la personalidad”
La ruptura conceptual entre los esquemas relativos a la concepción del mundo entre la denominada Edad Media y los dos siglos posteriores a 1600, fue de tremenda importancia para el pensamiento científico. El surgimiento de nuevas ciencias solo fue comparable al derrumbe de otras como antiguos dioses en derruidos altares. Probablemente la Humanidad que asistió a ese cambio no tomó conciencia cabal de él, del mismo modo en que nosotros no dimensionamos aún en su totalidad, la creación de un nuevo molde de pensamiento universal. Iniciada por la cultura del software, la tecnología digital, los superconductores o la ingeniería genética.
Th. Lehay, en su Historia de la Psicología dice lo siguiente:
... Para el pensador medieval o renacentista el mundo era un lugar relativamente misterioso, organizado según una gran jerarquía de representaciones que iba desde Dios al mundo material, pasando por el ser humano, y en donde cada acontecimiento tenía un significado especial...
La cosmovisión imperante era profundamente espiritual. El concepto de Imago Mundi (R. Sheldrake Psychological Perspectives Spring-Summer 1988), se entroncaba no sólo con las cartas de navegación de Piri Reiss, acerca de la Terra Incógnita, sino simbolizaba también una unidad “viviente”, de la cual el ser humano participaba, conjuntamente con los hechos de la naturaleza en una forma insoluble y por la gracia de Dios.
La representación de Imago Mundi y todo aquello que conociese la humanidad, cristalizaba los planteos de la ousia platoniana bajo la reinterpretación de la Filosofía Escolástica.
Las representaciones emanaban del alma siendo estas de naturaleza divina...
En consecuencia se admitía la creación por parte de Dios de los moldes de todas las cosas...
Esta posición necesariamente debe incluir una aproximación al concepto de alma.
En el sistema aristotélico, tanto los animales como las plantas tenían su propia alma. Esto constituyó la base filosófica de la visión animista.
La verdadera palabra Animal, por supuesto proviene del vocablo latino ANIMA, cuya significación es alma. Es decir que los animales son seres con alma.
Anteriormente al siglo XVII, era creencia generalizada que todo perteneciente a la naturaleza tenía alma. Aún los planetas...
Las representaciones de estas almas como las hadas, duendes y demonios y las antiguas ciencias como la Alquimia, la Astrología o la Geomancia, fueron literalmente expurgadas del pensamiento científico, conjuntamente con el concepto animista de alma, por la ciencia mecanicista del S. XVII.
El vocablo científico actual más aproximado al concepto del alma, es mente. Sin embargo, el moderno uso de “mente”, es casi similar al término “consciente”. Así pues “mente” erróneamente se equipara a “consciente”, es entonces que debemos usar el término “mente inconsciente”, como Jung y Freud hicieron, para diferenciar una de otra.
Sien embargo, el concepto de alma no necesariamente implica consciente. El “alma vegetal” (vegetative soul), que es la organizadora de la gestación embrionaria y del crecimiento de las plantas, por ejemplo, no funciona en un nivel conciente.
Cuando crecemos a nivel de embrión no tenemos ninguna memoria de ese proceso. No pensamos concientemente el hígado viene aquí.
Estos hechos, simplemente ocurren, de una forma tácita implícitamente inconsciente, pero no por ello menos organizado.
Con R. Descartes la única clase de alma que el ser humano tuvo fue la “racional”, el “alma conciente”; el cogito cartesiano derivó en el pensar como modelo de la actividad conciente a la actividad mental.
El animal era sólo un autómata imperfecto, carente de alma. De ello también se ocupó experimentalmente arrojando gatos desde la torre de Pisa.
En este sentido, la filosofía cartesiana, que tomaré como inicio de la “modernidad” restringe el concepto de alma al “conciente pensante”, que alcanzará su pináculo en las profundidades de las Matemáticas, cercadas por los ejes de representación de Descartes.
Sin embargo, en otro sentido, este filósofo, crea por omisión, el problema de la mente inconsciente, concepto que tuvo que aguardar la aparición de Freud para ser sistematizado.
En rigor, el concepto de inconsciente fue reinventado una y otra vez, después de Descartes; así encontramos como antecedentes parciales del inconsciente freudiano, los contenidos psíquicos de F. Kruse (1), los contenidos psíquicos designados por H. Rohracher llamados co-conscientes (2). La distinta intensidad entre los distintos niveaux mentaux de P.Janet, el concepto de subconsciente de H. Bergson o los enfoques panpsíquicos de Carus (1831) y Van Hartmann (1869).
Descartes creó una clase de visión del ser humano que demandaba la reinvención de la idea de la parte inconsciente de la mente.
Por lo demás, tampoco fue el primero que justifico su propia existencia a partir de la actividad mental conciente. Ya San Agustín había afirmado: Si me engaño éxito y Parménides ha dicho que es lo mismo pensar que ser.
Después de Descartes, la introspección se convirtió en el principal método filosófico, tanto del racionalismo como del empirismo. En consecuencia a partir del Discurso del Método, la Filosofía se fue haciendo cada vez más psicológica buscando conocer la mente a través de la Introspección, hasta que, en el S. XIX se fundó la Psicología como más que especulativo, filosófico estudio de la conciencia conocida por el medio de la introspección.
Platón había creído que el conocimiento de las formas era innato en el alma humana. Descartes sustituyó las formas por representaciones claras y distintas. Sin embargo, sostuvo que la representación de Dios es innata. Así pues las verdades de principio, de las que no cabe dudar son innatas.
Esta clase de innatismo cobrará posteriormente un vigoroso desarrollo en Kant y su rechazo constituirá el punto de partida del empirismo de Locke.
Descartes constituye a mi modo de ver una figura paradójica. Por su énfasis en la razón como contrapuesta a la percepción, en las ideas innatas como contrapuestas a la experiencia, en la verdad absoluta confrontada con el relativismo, resulta un racionalista. Sin embargo, considerando su concepción mecanicista del mundo y del cuerpo humano vendría en última instancia a apuntalar el empirismo y el conductismo.
El empirismo halaría su sustentador en la figura de Hume, en especial en sus categorías divisorias de las percepciones. El posterior Asocianismo como escuela de Psicología, tendría de esta forma sus bases filosóficas. El médico inglés David Hartley (1705-1757), constituye la figura de este movimiento. Hartley consideraba la estrecha relación entre la mente y cerebro y propuso leyes de asociación paralela para ambos; construyó la mente a partir de simples unidades atómicas de sensación. Hartley adopta la teoría newtoniana sobre las vibraciones nerviosas, según la cual los nervios contienen partículas submicroscópicas cuyas vibraciones recorren éstos y constituyen la actividad neural. Una impresión desencadena la vibración de la sustancia nerviosa del sensorio (percepción) y esta vibración se transmite al cerebro inferior donde se convierte en sensación mental. La repetición de esto (representación), crea la tendencia a copiar permanentemente dicha vibración de donde surge una más pequeña que se corresponde con la representación propiamente dicha. Esto constituye la aplicación práctica de las ideas de Hume y el inicio de la posición exogénica en la Psicología moderna.
El Asociacionismo como escuela gozó de gran popularidad. Figuras relevantes de otros campos del quehacer científico como J. Prietsley, codescubridor del oxígeno, adhirieron a esta concepción psicológica de la que deriva el método pedagógico de aprendizaje de repetición reforzativa de la huella mnémica.
No debe creerse que esta posición de enfoque de la Psicología se ha extinguido. A largo plazo, el Asociacionismo ha dado lugar al análisis de la conducta en términos de hábitos asociados (los nexos E-R de Clark Hull) o de acontecimientos en el tiempo, como la teoría del reforzamiento de Skinner.
Dos corrientes de pensamiento surgidas desde Alemania, se opusieron a esta forma de conceptualizar al ser humano. Me referiré primeramente, al Ganzheit, de Wilheim Maximiliam Wundt, aunque éste nunca se refirió a su Psicología con este nombre. (Ganzheit: Holística), y los logros de un conjunto de psicólogos y filósofos, entre los que se ubican los nombres de Werthermeier, Köfka y Köller, que dieron origen a la denominada Escuela Gestáltica.
En referencia al primero de ellos, es mucho lo que se ha escrito y creo escasa la comprensión que se dispensó para con las ideas de Wundt. Es usual en los manuales de Psicología el considerarlo como padre de la Psicología científica al crear el primer laboratorio de Psicología Experimental, con dinero de su propio pecunio, en un intento, exitoso por cierto, de promover a la Psicología al rango de ciencia, de acuerdo a los conceptos definitorios de ciencia imperante entonces(4).
El escotoma de la Ganzheit, está dado en la contradicción entre el método utilizado, es decir el experimental con un modelo fisiológico y el objeto de estudio y de aplicación de dicho método: la mente.
En referencia a ello, el propio Wundt escribe lo siguiente:
... En Psicología encontramos que sólo aquellos fenómenos mentales que se presentan directamente a las influencias físicas pueden constituirse en objeto material de experimentación. No podemos experimentar con la mente propiamente dicha, sino sólo con sus (afueras), los órganos de los sentidos y el movimiento, que están relacionados funcionalmente con los procesos mentales. Por ello, todo experimento psicológico es al mismo tiempo, fisiológico.
Para Wundt, la Psicología era el estudio científico de la experiencia inmediata y, en consecuencia el estudio de la conciencia humana o mente, siempre que se considere esta última como la totalidad de la experiencia conciente en un momento dado. Wundt propuso en consecuencia una Psicología introspectiva con importantes variantes.
No sería necesario postular un sentido interno especial para observar la propia conciencia. Existen experiencias y estas son susceptibles de ser descriptas. No es necesario observar cómo ocurren esas experiencias. Toda experiencia es experiencia directa.
Al utilizar el método experimental, Wundt sustituyo el método introspectivo no fiable de la Escuela de Wurzburgo y creó numerosos aparatos de laboratorio, destinados a medir y cuantificar, ya sea tiempos de reacción a estados emocionales.
Wundt se opuso a cualquier intento de materializar la mente, de ahí que rehace el punto de vista del Asociacionismo británico según el cual las representaciones son como pequeñas bolas de billar concatenadas por sinapsis neuronal que se precipitan dentro de la conciencia o rebotan fuera de ella. Al rechazar la concepción mecanicista en cuanto al objeto de la Psicología como ciencia, la Ganzhit propone la consideración como procesos activos a las ideas y representaciones y no como elementos pasivos que interactúan por mediación de leyes mecánicas. Cada experiencia, idea o representación no es una cosa que aparecerá en la conciencia y desaparecerá en el inconsciente. La memoria no será la evocación de algo anterior, sino que consistirá en reglas que permitan reconstruir la experiencia anterior. Wundt reemplaza el reduccionismo atomista por la síntesis mental.
Desde esta perspectiva la Psicología de Wundt encuentra hoy en día puntos de contacto marcados con la moderna Psicología Cognitiva.
Como se indicó, la crítica de la Gestalt en este punto, responden a los planteos del Asociacionismo empirista británico representado por Hartley y los Mill, padre e hijo. Reviendo la posición James Mill con respecto al problema de la categoría de representación encontramos que, en su tratado de Psicología, The Análisis of the phenomena of the Human Mind , de 1829, siguiendo de los pasos de Hume y Hartley, reduce todo el contenido de la conciencia humana a dos tipos de elementos: sensaciones (productos de estímulos que actúan sobre órganos sensorios periféricos) e ideas (reproducciones de esas impresiones o compuestos de las mismas) [representaciones]. R. Thomson. Historia de la Psicología Ed. Guadiana Madrid 1970.
La representación de los objetos físicos es siempre el resultado de asociaciones sincrónicas. La forma, el tamaño, el peso, el color y la dureza de una piedra se conjuntan para formar nuestra percepción de una piedra y luego nuestra idea o representación de la misma.
Sin embargo, por una reductio ab absurdum , al hacer uso de una representación abstracta, como “cuidad” o “casa”, siguiendo este proceso previamente descrito, se encontrará que esta última, por ejemplo, estaría compuesta por las representaciones de las paredes, ladrillos, vigas, ventanas, etc., etc. El concepto representativo de Universo o Cosmos, sería la combinación de las representaciones de todo cuanto existe (¡) una especie de Aleph borgiano. Es difícil de entender y más aún explicar cómo la conciencia individual, podría de esta forma guardar en una fracción de tiempo tal cantidad de información...
La solución a este problema es encontrada, como tantas veces, negando la existencia de representaciones abstractas.
Así como Wundt expulsaba del campo de la Psicología a la mente intrínseca, por ser solamente objeto de verificación experiencial, según sus palabras la periferia. Como Watson, traslada el objeto de la Psicología a la conducta, al rechazar el concepto de conciente/ inconsciente, el Empirismo atomista, rechazará el concepto abstracto de la representación.
La representación abstracta o general es una ilusión. Cuando pronunciamos la palabra “hombre”, como indica Berkeley: será necesario que yo me represente un individuo particular pequeño o grande, gordo o flaco, en una palabra, una imagen proporcionada por la experiencia concreta.
Esta concepción nominalista, puede ser encontrada ya, por otra parte en Guillermo de Occam.
Siguiendo con la explicación, el “error”, provendría de la utilización del vocablo hombre. Esta palabra misma es concreta y puede ser pronunciada ante el Sr. R o Sr. J. Cuando se la pronuncia hace un sonido particular; una imagen sonora, la cual por hábito, asociamos a diversas imágenes visuales.
Bajo su forma radical, el nominalismo empirista es indefinible, si la palabra agrega algo a la imagen concreta, es precisamente porque no es una sonoridad vacía puesto que remite a una representación.
Por otra parte esto ya era criticado con la misma argumentación por Abelardo. La palabra es mas que un sonido puesto que tiene un sentido.
Binet, que al igual que Piaget, practicaba sus teorías con sus hijos, experimentó con lo que se podría denominar como introspección provocada.
Preguntaba a una de ellas por ejemplo qué se representaban cuando pensaban en la idea de Justicia. La respuesta podía ser una balanza o un Juez con hábito negro y cabello blanco (Binet. Estudio experimental de la Inteligencia, 1903).
Esta experiencia llevaría a los profundos estudios sobre simbología de Silbererg y Jung, en los que se demuestra la existencia de arquetipo como organizador energéticos de los símbolos de representación. (J. Jacobi: Complex Archetipe and Symbol in the Psychology of C.G. Jung. Bollingen Series. Princenton University Press. 1974), no obstante la temática propuesta para este trabajo se refiere específicamente a la génesis de la Psicología como ciencia, por lo que no es, lamentablemente, factible extender el tema hacia los logros de la Psicología profunda en el campo de la representaciones inconscientes.
Para la misma época, los Psicólogos de la Escuela de Wurzbourg, la Denk-psicología, Bulher, Kulpe y otros llegaban a la conclusión de la factibilidad del hecho de pensar sin imágenes. Existen pensamientos puros, que pasando de representaciones concretas, son factibles de ser reducidas a una conciencia abstracta, de regla, de relación; a una dirección mental (se reconoce aquí una transposición psicológica del tema Husserliano de la intencionalidad).
El pensamiento no puede reducirse al juego pasivo de las representaciones concretas desposeídos por la percepción en la conciencia. Existe un dinamismo psicológico, una actividad mental específica actuante en el proceso de la representatividad.
Ni el Asociacionismo ni la Escuela de Wurzbourg, han dado muchas aclaraciones acerca de esta actividad subyacente.
En su sexta meditación, Descartes infiere que la inteligencia desborda largamente el cuadro de las representaciones concretas y las imágenes... Se podría pensar en una figura compuesta de mil lados, tan fácilmente como un triángulo, compuesto de tres; sin embargo no es posible imaginar las mil caras de una figura geométrica, a lo sumo se logrará representar mentalmente un polígono de muchos lados...
Esta línea de pensamiento remite nuevamente a la formación de símbolos de transformación.
Las representaciones de la fantasía, deben diferenciarse de las protofantasias carentes de representaciones.
Mediante la memoria es actualizado lo ya percibido mientras que la fantasía hace lo propio con lo que todavía no ha sido.
El poder de la fantasía desborda ampliamente a la percepción. Frente a la lectura de algún país no conocido, la representación actuante de la fantasía concretiza mentalmente lo no percibido. Sin embargo aún en ella se halla en relación con la experiencia anterior, ya que sólo es factible representar lo nuevo sobre la base de lo previamente conocido. Por otra parte, con la capacidad de evocación surge siempre la fantasía representativa que puede exceder considerablemente al simple recordar.
La segunda Escuela en oponerse al Asociacionismo es la denominada Gestalt.
Esta corriente trabajó en especial la teoría de la percepción.
Es importante en este punto, previamente al desarrollo de las conclusiones de esta Escuela acerca de la problemática de la representación, tratar de delimitar el concepto de percepción al de representación.
Según Stern, (op. Cit. Pág. 356), tanto las representaciones como las percepciones son contenidos de nuestra conciencia de los objetos fenómenos del sector externo de nuestra vivencia.
Sin embargo, como indica Jaspers: Las percepciones tienen el carácter de “corporeidad”. Es decir que las representaciones, por el contrario de las percepciones son indiferentes al hecho del aquí y el ahora.
Frente l rasgo de corporeidad adjudicado a las percepciones, las representaciones tienen el carácter de reproducciones de “imágenes” o “contenidos psíquicos” (C.G. Jung: Símbolos y transformaciones de la Libido).
Quien por primera vez hizo mención a este fenómeno desde un punto de vista especulativo y lógico fue Urbantschitsch, habiendo sido estudiadas con posterioridad por E.R. Jaensch, describiéndolas con el nombre de fenómenos eidéticos. Este fenómeno puede ser provocado sin relación de continuidad inmediata con la percepción.
Así pues, los enunciados gestálticos sobre la percepción, ocupan en gran parte lo que se podría denominar la aproximación de esta escuela al área de las representaciones.
Citando a W. Wolf se encuentra que:
EL cerebro no es solamente una maquina registradora, sino que al mismo tiempo que registra interpreta el sentido de las impresiones. La percepción no es como la respuesta de una maquina. Si se insta a varios artistas a que pinten el mismo paisaje, cada uno de ellos nos dará un cuadro diferente. Una representación distinta.
Como afirma Kant: Vemos las cosas no como son ellas sino como somos nosotros...
Siguiendo esta línea de pensamiento, se llega a la conclusión de que la percepción y su posterior representación, responde a criterios de organización. Estos criterios constituirán para la Gestalt, los siguientes: forma ( ley de cierre), relación; atracción y agrupación.
Como un abstracto movimiento dialéctico de flujo y reflujo, la Psicología hereda del tronco común filosófico la vieja antinomia del devenir y el cambio, Heráclito o Parménides, el realismo platónico y el conceptualismo de Abelardo. El Mecanicismo versus el Vitalismo, incluso en el dualismo Cartesiano la res extensa y la res cogitans.
Así pues, encontramos a lo largo de esta exposición centrada en la categoría de la representación, las oposiciones entre la introspección y el Empirismo, La Psicología Experimental y la Especulativa; el Asociacionismo y su antagónica, la Escuela Gestáltica.
Aplicando los criterios junguianos de complementación de opuestos enantiodrómicos, encontramos que, en la base, estas posiciones semejan un mandala taigitu , en el cual el Yin y el Yan, como la noche y el día, liberan una energía constante en su oposición complementaria, la cual, a su vez, se sintetiza hegelianamente en una nueva síntesis inconstante que a su vez se descompone nuevamente anunciando un eterno retorno. Si se comprende esta idea simbólicamente, creo factible entender el concepto de lo que sería la Psicología, una ciencia dinámica, en constante replanteo y crisis.
Desde este planteo, es sumamente complejo trazar límites estrictos, sincrónicamente hablando, puesto que el concepto de modernidad, al igual que el de contemporaneidad, lo viejo, lo nuevo, lo clásico, lo revolucionario, se concatena de forma tal que encontramos las polaridades complementarias y su reinvención o reactualización en la base de teorías aparentemente novedosas, pero que constituyen en su base, antiguas y a veces olvidadas verdades.
De ahí pues que entienda estas polaridades como representaciones mentales arquetípicas, es decir patrimoniales de la Humanidad, y que son recreadas y , en muchos casos perfeccionadas mediante un criterio científico de tan importante complejidad, que no permite excluir ningún otro como carente en absoluto de un porcentaje de verdad.
La exclusión y la negación brusca de una de estas polaridades mencionadas conllevaría siempre la advertencia de Jung cuando afirma que:
El fanatismo es una súper compensación de la duda (6).
La ciencia será ciencia y la psicología persistirá como tal, en tanto y en cuanto siga siendo útil.
La conceptualización de la interrelación entre el campo práctico y el teórico no sólo es deseable sino indispensable para su subsistencia en cuanto a categoría científica. El desesperado intento, justificado por la época histórica, de construir una ciencia artificial, de laboratorio o de amputación de objetos, creando así un espejo roto de Psicologías que pretenden detentar cada una de ellas exclusivamente la verdad, conlleva en sí la discusión a menudo desgastante y estéril. La posición que nos mueva primeramente al rescate de lo que hay de positivo en lo otro, sería la única forma de crecimiento científico en la Psicología; el darnos cuenta del “tu”, para entender al “yo”, como apunta Buber.
La variedad de orientaciones en psicología, su multiplicidad de metodologías y objetos parciales, la entiendo como una enorme y potencial riqueza, en la medida en que interactúe el diálogo constructivo.
La búsqueda de la verdad absoluta, rigurosamente científica de acuerdo a cánones estrictos, me suena a una entelequia similar a la búsqueda del Grial, es decir la representación de algo inalcanzable.
Sí, siguiendo a Ferrater Mora, la representación sería todo contenido de conciencia, todo acto intencional en referencia a un objeto real, ideal o no, existente o no existente, presente o no presente, se encontrará aquí un concepto que responde a un período particular de la Psicología, su independización y génesis propio, el que posteriormente y gracias a la obra de Freud, sería completado al introducir el concepto de representación inconsciente, llegado de esta forma a completar nuevamente el Unus Mundi.