De los Arquetipos a los gansos silvestres

Una aproximación entre C.G. Jung y K. Lorenz

Horacio Ejilevich Grimaldi

Publicado originariamente en 1987. Revista Cuadrante
Buenos Aires. Argentina


Resumen:

Horacio Ejilevich Grimaldi
Presidente de la Fundación C.G. Jung de Psicología Analítica
Miembro de la International Society for Human Ethology (USA)
Ex becario de la O.E.A. en la University of Iowa (USA)
Profesor titular universitario

En este trabajo Horacio Ejilevich nos transporta a las profundidades del inconsciente, para aprehender desde ese lugar, en lo vivencial, las características propias de la obra de C.G. Jung.

Nos trasmite además el paralelismo existente entre los hallazgos de Konrad Lorenz, fundador de la Etología como ciencia, y las aportaciones de C.G. Jung

 

 

Entre los conceptos más cuestionados de la obra de Jung, figura el que hace referencia a su noción de Inconsciente Colectivo. Sin embargo es precisamente este el punto en el cuál descansa el edificio de la Psicología Analítica. En su trascendencia del plano creado por Freud en cuanto a inconsciente se refiere, Jung se preocupa por hallar un marco que contenga esta noción Freudiana y a  la vez, fundamente su teoría propia.

De esta forma, así como lo observable de un iceberg es la parcialidad del mismo que sobresale del océano, para mantener oculta su verdadera naturaleza en el fondo de las aguas, se da en Jung la inclusión del Inconsciente freudiano, al cual denomina inconsciente individual. El resto será lo colectivo, lo común a la especie; lo filo y lo ontogenéticamente heredado a lo largo de miles de años de protohistoria.

Vemos así que, precisamente donde el psicoanálisis encuentra su “non plus ultra”, la Psicología Analítica de Jung comienza su tarea.

Una de las mejores definiciones de Inconsciente colectivo es la dada por Gerhard Adler en su libro “Etùdes de Psychologie  jungienne” Ginebra 1957.

 

“El Inconsciente colectivo es, según la fórmula de Jung, el depósito constituido por toda la experiencia ancestral desde hace millones de años, el eco de los acontecimientos de la prehistoria, y cada siglo le añade una cantidad infinitesimal de variación y diferenciación…”

Sin embargo más que definir un concepto, es importante comprender cabalmente de que se está haciendo referencia.

Básicamente el Inconsciente colectivo sería un reservorio mental de las imágenes o formas primordiales heredadas llamadas por Jung “Arquetipos”.

¿Ahora bien, qué serían éstos?

Lamentablemente tendremos que recurrir a este concepto y aún a otro más para entender cabalmente sobre qué estamos hablando, pero si se comprende el concepto de Arquetipo, se entenderá también la base de este artículo.

Hablar de Arquetipos nos lleva a pensar en conformaciones arcaicas, que darían modelo a ulteriores representaciones simbólicas. Dicho de otra manera, el arquetipo sería como el recipiente que, eventualmente puede contener diferentes líquidos (los símbolos), más todos ellos con un mismo patrón conformado o, mejor dicho; pre-formado.

Inconsciente colectivo, Arquetipo y Símbolo se concatenan explicándose mutuamente.

El Símbolo sería en consecuencia la materialización en el inconsciente individual, del arquetipo.

¿Dónde ocurre este fenómeno?

Jung también nos dará la respuesta: En los mitos, las leyendas y los sueños, en fin: en todo producto de la mente humana, pues como escribe Wagner:

 

“Mein Schlaf ist traumen, mein traumen ist Sinnen. Mein Sinnen Walten, mein Walten Wissen”

(Canción de Erda)

 

Veamos algún ejemplo con el fin de aclarar estos conceptos:

Consideremos el método romántico del Tarot y tomemos un Arcano: El Ermitaño, esta figura, colocada de perfil izquierdo, lleva un gabán azul con forro amarillo, la acepción individual de esta carta variará de acuerdo con las particularidades de cada consultante, la genérica, estará en referencia con la luz que conducirá al ser humano por medio del ascetismo al conocimiento superior, esto es lo que Jung denomina “El Anciano Sabio”. Ahora bien, este símbolo traerá inmediatamente para cada lector connotaciones que variarán desde el mago Merlín, la figura bíblica de Moisés, Lao Tze o Albert Schweitzer, por citr algunos ejemplos. Estas figuras, aparentemente inconexas, se unen sin embargo por las características que se encuentran simbolizadas en la carta. Todas ellas no son más que la expresión de un Arquetipo. Lamentablemente no es posible “definir” a éste, ya que como Jung dice: “Sería absurdo suponer que representaciones tan variables podrían ser heredadas. El arquetipo, por el contrario es una tendencia heredada de la mente humana que la lleva a formar representaciones de temas mitológicos las que varían en gran medida sin perder su estructura básica.” C.G. Jung “The Simbolic Life: Mincellaneous Writtings. Colected Works 1976. Princenton University.

El Arquetipo en sí no puede experimentarse. Como dice M. A. Mattoon (Applied dream analysis: A junguian approach) 1978:

 

“Es la predisposición hacia una imagen, una estructura psíquica común paralela a una estructura física humana común”…”Todo cuanto podemos conocer de él son sus efectos en los sueños, en otro contenido mental, en las emociones y acciones”.

 

En su obra “Estructura y Dinámica de la Psique” Jung realiza un paralelismo entre los arquetipos como “modos de aprehensión” y los instintos, a los cuales concibe como “modos típicos de acción basados en impulsos fisiológicos”.

Si se logra tener una idea acerca del Arquetipo y la expresión simbólica del mismo, se comprenderá lo siguiente:

Los Arquetipos son al inconsciente colectivo, como los símbolos lo son al individual. En consecuencia se podría afirmar que el inconsciente colectivo alberga a las imágenes o arquetipos.

 

2)

Paralelamente a estas concepciones junguianas, el premio Nobel austríaco, Konrad Lorenz, fundador de la Etología como ciencia, llega a interesantes conclusiones.

En su libro “El comportamiento Animal y Humano”, Lorenz describe una experiencia en la cual, a un papagayo enjaulado, se le puso al lado de una bola de villar. El ave se comportaba: “En todos los aspectos como si se tratara de la cabeza de un individuo de su misma especie”.

Al quitar la bola del punto en el cual se hallaba sujeta en la jaula, y ponerla en el piso de ésta, la reacción del ave fue la de enmudecer y quedarse quieta en todo momento de la misma manera en que reaccionan los periquitos ante la muerte de su congénere compañero de jaula.

En “Evolución y modificación de la conducta”, describe que una reacción auditiva única filogenéticamente adaptada desencadena lo que él denomina “esquema innato de acción”. El ejemplo en este caso es interesante: la pava (p. muticus) del orden de las gallináceas, estando sorda mata invariablemente a todas las crías, en tanto la de oído normal acepta a cualquier animal disecado en tanto éste esté unido a un pequeño micrófono que simule el estilo auditivo.

En “sobre la agresión, el pretendido mal” señala que los gansos “saben, por el mecanismo innato de desencadenamiento que algo que tiene pelos, es de color pardo rojizo, y se arrastra alargado es altamente peligroso”. (comnotación al zorro, enemigo ancestral de la especie).

Por último Lorenz se pregunta: ¿De dónde saca el organismo la información subyacente a toda adaptación de la conducta. (Ev. Y Mod. Op cit).

Lamentablemente, Lorenz criticó en su libro “Biología del comportamiento” la teoría junguiana acerca de los arquetipos, precisamente por entender a éstos como imágenes mnémicas heredadas. Los I.R.M. (Innate Release Mechanisms) de los animales son formas básicas muy simples, no obstante lo cual, según refiere M. L. Von Franz en su obra: “C.G. Jung, su mito en nuestro tiempo” F.C.E. Pág. 113.

 

Posteriormente el profesor Konrad Lorenz reconoce en principio la doctrina de Jung acerca de las representaciones arquetípicas en conexión con el “Imprigting” (troquelado).

 

Por otra parte, así como la información genética transmite la codificación de cada característica corporal vía A.D.N y A.R.N; ¿Por qué no se podría considerar paralelamente una similar información psicológica?

Tal vez no falte mucho tiempo para la respuesta a este interrogante porque lo que denominamos “Ciencia” es un conjunto de teorías qué, sólo mientras sean útiles sustentan validez. Como Jung afirma, no existe hoy día nada absolutamente dogmático e irreductible pues ello no condice con lo que debe ser un criterio abierto y atento a todas aquellas especulaciones que, en cualquier momento puedan plasmarse en realidad.